“Nuestra ciudad necesita ser ungida en todos sus habitantes. Signados nuestros niños con la pertenencia a Cristo, signados nuestros jóvenes con el sello del Espíritu, sello que anhelan inconscientemente en todos sus tatuajes, esas marcas que no sacian la sed de identidad profunda que ellos tienen”, explicó.
Y puso el énfasis en los jóvenes, que “anhelan más que la vida ese sello del Espíritu que hace que se vuelva visible el Nombre de Cristo que está sellado en su corazón de carne y que busca mil maneras de manifestarse. Necesitan y reclaman a gritos que alguien los unja y les revele que pertenecen a Cristo, que sus dueños no son ni la marihuana, ni el paco, ni la cerveza, sino que es Cristo su Señor, el que los puede convocar y plenificar, misionar y acompañar”.
Al dirigirse al clero, el cardenal Bergoglio aseveró que “nuestro pueblo necesita sacerdotes ungidores, sacerdotes que sepan salir de su autocomplacencia y eficientismo y se den con simples gestos de bondad. Sacerdotes salidores que saben aproximarse al otro, acoger cordialmente, darse tiempo para hacer sentir a la gente que Dios tiene tiempo para ellos, ganas de atenderlos, de bendecirlos, de perdonarlos y de sanarlos”.
viernes, 10 de abril de 2009
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